viernes, 16 de octubre de 2009

Madrugada

Cuando está mal, Pablo escribe constantemente haber si alguien se interesa por preguntar como está, y extrañamente en esta semana ha escrito más de la cuenta… Pablo está perdiendo esa sonrisa que adornaba su rostro y toda esa esperanza que tenía sobre un futuro más llevadero.
Hoy Pablo está solo, olvidado por su falta de seguridad y su angustia, está intentando controlar en vano esas lágrimas que vuelven a brotar después de tanto tiempo y que están cargadas de sueños que el mismo tuvo que romper; no tenía otra opción, prefiere ser triste en una verdad que feliz en una imaginación efímera.

En la habitación solo lo acompañan su lámpara encendida y su soledad, su mejor amiga y su peor traicionera… como música de trasfondo solo está el silencio de la madrugada y el piano de Raúl Di Blasio tocando una de esas melodías que te hacen cerrar los ojos y ponerte a explorar los universos existentes de piel para adentro.

Pablo tuvo una mala noche, se la pasó con sus párpados abiertos mirando a través de la ventana las luces de la ciudad y las estrellas escoltando a la luna menguante en su viaje al occidente, trata de no pensar, quiere no saber para así vivir mejor.

El siempre ha sido solo, pero nunca se acostumbra a ello… y como no hay mujer que le corresponda, Pablo colecciona fotos de mujeres, pero no obscenas sino artísticas, pues el considera que las mujeres son arte y el arte lo satisface más que el coito; los placeres carnales le son indiferentes a Pablo, el se cree racional y los placeres para el alma le son intrínsecos, el es un mal tipo pero con buenos sentimientos.

Su único axioma aplicable es “al gran caballo, grandes espuelas”, que lo tiene presente solo para perderle miedo a los problemas y así darles fin en vez de dejarlos conjugados con gerundios infinitos.
Pablo está mal, y sabe que su llanto no será consolado por nadie más que el mismo, así que por ahora intenta irse a dormir y a que la cobija le reconforte todos esos vacíos del que no ha sido culpable…

sábado, 3 de octubre de 2009

Reconstrucción

Esta ciudad está patas arriba… alcalde con fama de borracho hablando de ley seca, “índices más bajos de delincuencia” y preciso me atracan dos días seguidos, bachi-tontos incompetentes con bolillo fumándose un bareto, un indigente con una camisa de Abercombie, 27ºC por la mañana y 7ºC por la noche, llego a casa y encuentro a un montón de catanos gritando y tomando tequila sin darse cuenta alguna de mi presencia.

Cuando las cosas cambian tan repentinamente, suele acabar la época de la vida en la que me encuentro y empiezo otra nueva. Esta nueva se llamará “Reconstrucción”, ¿por qué? Pues porque ya pasó la “demolición” y se está terminando la “limpieza”; y porque a mi se me da la gana.

Reitero y corrijo: mi vida está patas arriba… hoy por hoy me siento más feo, bruto y mojigato que antes; soy un boludo más denso y contradictorio… y no me importa. Me cansé de los ojos verdes, me cansé de los acordes, me cansé de las letras, me cansé de Gardel, me cansé de tanta mierda y de tanta ausencia de mierda; “las mujeres son unas hijueputas”, así en una semana o dos escriba algo así como que me estoy muriendo por una mujer de cabello oscuro y tez pálida con pequitas, pero me vale mierda, así soy yo y me preocupa más lo que cagó hoy el presidente a si me aceptan como soy o no.

Estoy inseguro, no cuento con nadie, ni siquiera conmigo mismo… Le tengo miedo a la gente y a mi mismo. Me cansé de tanta estridencia, de tantas incógnitas, de tanto no saber que sentir, de tanto pensar en Amelia, su blusa blanca, el olor de su labial en mi cuello, de no poder fiarme en “mis amigos”, de estar tan imperfecto, de sentir tan poco, de tener que volver a empezar desde cero cada aspecto de mi vida, me cansé de no vivir como yo quiera, me cansé de tanto estar sin ser.