viernes, 6 de agosto de 2010

Fin.

Matémoslo hoy… si… igual está moribundo.
Que pereza ser tan clichesudo, hay que matarlo, hay que matarme y matarte, Laura.
Ésta vez sí es de verdad, no voy más, terminó.
Hoy es el final del memorial de decadencia de Pablo, y el final de Pablo mismo.
Sin descartar nada ni nadie, un último solecito, un último cigarrillo, un último tintico…
Buena suerte a todos, chau, adiós (...)

miércoles, 4 de agosto de 2010

Hierba Hervida.

Y yo acá plantado, como una casa sin cama, o como una cama huérfana de casa que espera a que alguien se acueste en ella o siquiera le ponga un par de almohadas de compañía…
Fúmate una hierbabuena, préndele candela al colchón.
Me sacudo como un perro recién mojado,
Me curo las heridas con alcohol etílico no físico y cual futbolista después de una caída fuerte,
Hago teatro en el suelo, me sobo la pierna, me paro, cojeo, pero finalmente llega el heroísmo y vuelvo a jugar.

Mente en blanco, sin mente, tentado por oler de ese talco de Dios que acá en Medellín abunda como la lluvia y que por cierto es blanco.
Blanco como aquellas zapatillas,
Blanco como las florecitas,
Blanco como las nubecitas.

Con los ojos abiertos, el pasado está sobrepasado, hoy solo hay bendiciones, buenos augurios, nuevos comienzos, futuros anónimos y esos celos que les tengo a los pájaros que andan volando sin preocuparse por ningún Dios.

Hoy solo soy yo, la hierbabuena, el colchón que quiero quemar, la 65f, el septiembre, el gemido de los autos, el futuro anónimo, un nuevo había una vez, un nada de descartar, un solo despertar, una nueva introducción, un nuevo hola, ¿Como te llamás?