jueves, 5 de julio de 2012

Demonios

Se acabaron los tratados,
los auxilios
y los plazos.


 Se acabó la tormenta
 pero sigue cayendo lluvia,
 el día sigue estando gris
 y el mar aún sigue agitado.


 En este round nos ganaron mis demonios.




Pero esto no es un knockout
porque eso no soy yo,

lunes, 2 de julio de 2012

Casa II

Decía que Casa era una palabra muy larga y compleja, y por eso era que los niños aprendían a decirla casi a la par de cuando aprendían a referirse a sus padres; lo elemental se convierte en complejo cuando se ignora lo obvio, y entonces, comprender por qué los niños le dicen Casa a una ciudad, al hogar de la abuela o al árbol del jardín del vecino parece tener un sentido tan abrumador que trabajos doctorales e investigaciones exhaustivas se quedarían cortas para resolver el alcance de este sustantivo de doble cara: por un lado, está el concepto mutilado y uniformado de las cuatro paredes donde duermes, y por el otro lado se está ese encuentro social, esa experiencia significativa y cálida asociada más a los adjetivos que uno esperaría encontrar en el imaginario de Casa y que termina encontrando en las personas o en los lugares donde se propicia este encuentro, convirtiendo la Casa en un adjetivo que se le puede atribuir a casi todo lo que te haga sentir como lo que te imaginas o deseas que sea Casa.

Casa era una palabra muy grande,quizá la más grande que alguna vez él dijo, porque Amor es una sensación que él sentía hacia muchas cosas: él Amaba el ambiente parisino, las sirenas de las ambulancias y a los vagabundos conversadores,  lo decía a diestra y siniestra y no era un Amor distinto al que le podía profesar a su chica o a su madre porque era una sensación tan universal que desembocaba al mismo cauce, que aunque quede corto, se trataba de algo así como un complemento para la paz, la plenitud o el goce hasta el éxtasis; era una sensación que aunque no pueda describir muy bien, el consenso entre las personas es casi absoluto y desde allí que cuando él decía que Amaba algo, le entendían el sentido y casi que sabían ponderar ese Amor frente a otros Amores que suponían él sentía. 
Grave error, ponderar sentimientos es como escoger entre azúcar y sal, donde, como cuando preguntan a un niño a cuál de sus padres quiere más, la respuesta más acertada y salomónica es decir que a ambos por igual.

Sin embargo, Casa sí es algo realmente único, y las repercusiones que podían tener eran más grandes que su imaginación misma porque decirle a alguien que lo hacía sentir como en Casa, o darle a un lugar ese adjetivo es como decir que todos sus sueños y sus ilusiones estaban materializadas ahí, era darle vida a los sueños, caminar con ellos y en ellos, conversarlos, conocerlos y dejarse embriagar por ellos hasta que el cuerpo aguantara, y así es que, recordando siempre lo obvio para mantener esa idea de Casa como algo elemental, empezó a predicar y a caminar tirando siempre para el mismo lado: para donde su chica estuviera, para Bushwick Ave. con Moore St., la 32D con 65F y para quién sabe dónde más, pero para eso estaba su brújula, su corazón.

¿Y si fallaba el corazón? habría entonces que deambular por las calles, dando tumbos, moribundo hasta encontrarlo y volver a tomar el rumbo. Recordar que el que busca encuentra, o por lo menos cualquier otra cosa se le atraviesa. Su secreto es mantener lo obvio elemental.