jueves, 19 de noviembre de 2009

Conversando con un Habano

El día que me muera quiero que me quemen con un ramo de claveles rojos en mi pecho y un diente de león en mi mano izquierda, bien vestido, con esa loción que tanto le gustaba a mamá; y que mis cenizas sean lanzadas al aire para que se mezcle entre todo, para que todos me respiren, para que todos tengan un poco de mi tal como yo tengo un poco de todos.Mientras tanto, pensando con un habano en la mano y el humo en mi cara, me doy cuenta que no debí nacer en esta época, que uno de mis deseos es escuchar a Gardel sonando en un elepé mientras me quito el sombrero y leo en el periódico el revuelo que desencadenó la muerte de Gaitán. Sueños, sueños. Deseos lóbregos, oprobios, filáticos.

A mis dieciocho, quiero vestirme con cargaderas, coger mi guitarra e irme en compañía de Amelia a tocar tangos en el centro mientras la gente pasa indiferente, mientras nos escucha el que vende tinto, el que lee poesía urbana y el que embetuna los zapatos, mientras ella conversa con su Malboro, mientras yo cruzo miradas con un par de caras que quiero, mientras los buses pasan, mientras atracan a la señora que estaba parada en la esquina, mientras un par de enamorados se dan un beso al son del bandoneón en medio de la plaza, mientras sigue siendo Medellín.

A mis veintiuno quiero estar con Sofía en lo más alto de la torre Eiffel dándonos un beso por previo acuerdo, viendo los techos parisinos, el viento golpeando nuestras caras; quiero caminar por aquellas calles donde la humanidad se hizo, donde las revoluciones han funcionado, donde la libertad primó, donde los estudiantes hacen huelgas sin tintes terroristas, donde se pensó, donde se lloró, la capital de la humanidad a mi concepto. Quiero ir a Versalles a pasearme por los jardines donde María Antonieta se peinaba y sentir su aura que aún se pasea reclamando lo que le fue arrebatado; Paris, Louvre, Arco del Triunfo, Eiffel, amor, olor a perfumes estilizados que quieren esconder ese aroma a sangre que aún tienen sus calles.

Sueños, sueños. Infinidad de deseos lóbregos, oprobios, filáticos. Estar andando en bicicleta entre los puentes de Ámsterdam, entre el barrio rojo, entre los cafés y la gente; negarme a una proposición indecente de una vendedora de caricias argentina que me estaba mandando sonrisitas coquetas; sentarme con Gloria en el Central Park para ver las hojas amarillas del otoño caer, conocer Barcelona montado en un taxi, andar en una Vespa por todo Roma. Sueños, sueños. Infinidad de deseos lóbregos, oprobios, filáticos.

Mientras tanto, mi único deseo es no volverme a enamorar, conseguirme otro tabaco, que la tarde de mañana sea como la de hoy, que alguien guarde bien mi guitarra cuando ya no esté para tocarla, que el periódico aparezca una esquela mortuoria que diga “requiéscat in pace”, y que mis manuscritos sean la razón por la que me recuerden, porque ellos son lo único que de mí quedará, manuscritos que, como este escrito, no tienen punto final

viernes, 16 de octubre de 2009

Madrugada

Cuando está mal, Pablo escribe constantemente haber si alguien se interesa por preguntar como está, y extrañamente en esta semana ha escrito más de la cuenta… Pablo está perdiendo esa sonrisa que adornaba su rostro y toda esa esperanza que tenía sobre un futuro más llevadero.
Hoy Pablo está solo, olvidado por su falta de seguridad y su angustia, está intentando controlar en vano esas lágrimas que vuelven a brotar después de tanto tiempo y que están cargadas de sueños que el mismo tuvo que romper; no tenía otra opción, prefiere ser triste en una verdad que feliz en una imaginación efímera.

En la habitación solo lo acompañan su lámpara encendida y su soledad, su mejor amiga y su peor traicionera… como música de trasfondo solo está el silencio de la madrugada y el piano de Raúl Di Blasio tocando una de esas melodías que te hacen cerrar los ojos y ponerte a explorar los universos existentes de piel para adentro.

Pablo tuvo una mala noche, se la pasó con sus párpados abiertos mirando a través de la ventana las luces de la ciudad y las estrellas escoltando a la luna menguante en su viaje al occidente, trata de no pensar, quiere no saber para así vivir mejor.

El siempre ha sido solo, pero nunca se acostumbra a ello… y como no hay mujer que le corresponda, Pablo colecciona fotos de mujeres, pero no obscenas sino artísticas, pues el considera que las mujeres son arte y el arte lo satisface más que el coito; los placeres carnales le son indiferentes a Pablo, el se cree racional y los placeres para el alma le son intrínsecos, el es un mal tipo pero con buenos sentimientos.

Su único axioma aplicable es “al gran caballo, grandes espuelas”, que lo tiene presente solo para perderle miedo a los problemas y así darles fin en vez de dejarlos conjugados con gerundios infinitos.
Pablo está mal, y sabe que su llanto no será consolado por nadie más que el mismo, así que por ahora intenta irse a dormir y a que la cobija le reconforte todos esos vacíos del que no ha sido culpable…

sábado, 3 de octubre de 2009

Reconstrucción

Esta ciudad está patas arriba… alcalde con fama de borracho hablando de ley seca, “índices más bajos de delincuencia” y preciso me atracan dos días seguidos, bachi-tontos incompetentes con bolillo fumándose un bareto, un indigente con una camisa de Abercombie, 27ºC por la mañana y 7ºC por la noche, llego a casa y encuentro a un montón de catanos gritando y tomando tequila sin darse cuenta alguna de mi presencia.

Cuando las cosas cambian tan repentinamente, suele acabar la época de la vida en la que me encuentro y empiezo otra nueva. Esta nueva se llamará “Reconstrucción”, ¿por qué? Pues porque ya pasó la “demolición” y se está terminando la “limpieza”; y porque a mi se me da la gana.

Reitero y corrijo: mi vida está patas arriba… hoy por hoy me siento más feo, bruto y mojigato que antes; soy un boludo más denso y contradictorio… y no me importa. Me cansé de los ojos verdes, me cansé de los acordes, me cansé de las letras, me cansé de Gardel, me cansé de tanta mierda y de tanta ausencia de mierda; “las mujeres son unas hijueputas”, así en una semana o dos escriba algo así como que me estoy muriendo por una mujer de cabello oscuro y tez pálida con pequitas, pero me vale mierda, así soy yo y me preocupa más lo que cagó hoy el presidente a si me aceptan como soy o no.

Estoy inseguro, no cuento con nadie, ni siquiera conmigo mismo… Le tengo miedo a la gente y a mi mismo. Me cansé de tanta estridencia, de tantas incógnitas, de tanto no saber que sentir, de tanto pensar en Amelia, su blusa blanca, el olor de su labial en mi cuello, de no poder fiarme en “mis amigos”, de estar tan imperfecto, de sentir tan poco, de tener que volver a empezar desde cero cada aspecto de mi vida, me cansé de no vivir como yo quiera, me cansé de tanto estar sin ser.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Status:

Única vez que lo escribo: estoy solo y me gusta estar solo.
¿Por qué? No pregunte… entre menos sepa más rico vive.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Deseos de un Árbol.

Un parque grande escondido entre edificios bonitos, yo y mi bicicleta preferida pasando por la calle del lado, soledad, puta está tarde y me van a atracar, frío, más soledad, noche, muy de noche, noche densa, calle densa, parque denso, ciudad densa, puta está tarde y me van a atracar.

El parque está bien iluminado… la manga está bien verde… es un parque típico de conquistadores, perfecto para hacer sus vainas ilícitas sin que nadie te joda, la ciudad no contada es más bonita que la que sale en El Colombiano, es mas densa, ciudad densa, puta está tarde y me van a atracar.

Hay una parejita, que cosita tan bonitita, están apoyaditos en el arbolito que está al ladito de aquella piedrita grandecita, se están dando unos besitos, están pasándose babitas, se están dando cariciecitas cariñositas, amorcitos, más amorcitos, un cigarrillito cogidito de la manito de la muchachita enamoradita, una mordidita de labiecitos, una miradita con recelito hacia mi, como desconfiaditos de mi, una sonrisita de mi personita, otro besito, avanzo un poquito en mi bicicletita, nochecita densita, parquecito densito, arbolito densito, piedrita densita, manguita densita, callecita densita, ciudadcita densita, parejita densita, besitos densitos, amorcitos densitos, diminutivitos densitos, putica está tardecito y me van a atracar.

Aquí todo está hecho de amor, de amorcito densito que se derrama por las babitas, por los besitos, por la luna menguante que rompe el cielo y convierte a todo en insignificante, se derrama por aquel árbol testigo de tantas cosas, de tantas personas, de tantos besos, lágrimas, marihuana, navajas, de tantas Medellines que pasan a diario por ahí.
Esos árboles conocen mejor a la ciudad y aunque no sean protagonistas, son los que le dan el drama a los días, los que le pueden dar un aire alegre, triste, bohemio, somero, o simplemente aire que respiramos cuando hacemos esos suspiritos que nos hacen sentir vivos, o menos muertos.

Árboles que conocen niños desde que están en la barriga de sus mamás, que les sirve de escondite cuando trepan sobre sus ramas, que les dan sombra cuando leen sus primeros libros, que los escuchan cuando componen sus primeras canciones, que los cubren cuando fuman sus primeros cigarrillos, que brindan con ellos cuando toman sus primeras cervezas, que son el escenario perfecto cuando dan sus primeros besos, cuando dan sus primeros amores, que sirven de acompañante cuando las soledades y desamores, que son confidentes, y que ven pasar después a sus hijos, sus nietos, su perro…
El árbol es testigo, nosotros nos vamos, ellos se quedan más rato, ellos conocen más gente, ellos viven más, ellos saben más.

Yo quiero un árbol de esos que tengan hojas amarillas, uno con el que me pueda acostar a cantar tangos desgarradores y de corazones rotos, uno que sea alcahueta con mis hijos y no me cuente cuando lleguen borrachos a la casa, uno que me haga compañía y que sea testigo cuando me vuelva a enamorar de alguien que sea capaz de amar a este boludo que lo único que hace es soñar y escribir. Quiero un árbol denso para mi, que me cobije mientras doy besitos densos, mientras escribo poemitas densos, mientas toco acordes densos, mientras digo puta está tarde y me van a atracar, mientras describo situaciones con puros diminutivos, mientas me vuelvo un boludo más denso.

martes, 1 de septiembre de 2009

A Amelia...

Todo el mundo está escuchando a aquel papanatas que se para los lunes a las seis y media enfrente de las 40 masas con la misma camisa que veo a diario a explicar un poco de nosequé que tiene que ver con electrones; yo estoy asomado a la ventana, y ese tipo no me molesta porque ya sabe que soy un caso perdido para el. Hoy está haciendo un día bastante extraño, está soleado y mojado, los árboles están más verde de lo normal, el ambiente está mas amarillo de lo normal, el viento está mas frío de lo normal, el lunes está más rutinario de lo normal.
En mis ojos sigue el reflejo de esa frase que llegó de la nada que respiramos, esa frase mas bonita de lo normal, ese "te amo" que creo me tomé mas a pecho de lo que debería y que aún me saca suspiritos diluidos en lágrimas gracias a la mezcolanza de cosas que pasan por mi cabeza cada enésima de segundo. Un nombre prohibido si no quieren verme enervado: Amelia.

Aquí no soy nadie, solo soy un número mas… uno mas que se pone a ver por la ventana como clamando libertad, uno mas que se pone a escribir en el pupitre letras de radio hits cuando se acuerda de aquellas, cuando se acuerda de aquella, cuando se acuerda de Amelia y su sonrisita taima que saca cada que ve un pichirilo. Que puta cárcel tan aburridora, que puta rutina más normal, detesto tanta normalidad, detesto tanto anonimato.
Es por eso mismo que Amelia me llama tanto la atención, por su falta de rutina aparente, porque cada día es para ella una vaina distinta al resto, un mundo distinto a esto, pero con la misma tristeza en sus ojos; porque uno no sabe esa mujer con que va a salir. Ella es la única que me ha unimismado como lo que soy, o como las cosas que estoy planeando ser, o toda esa mierda que pienso a diario sentado en aquella silla dentro del salón con mi mente fuera de el.


No sé lo que digo, no estoy seguro de nada.

Recuerdo la última vez que estuve con ella, fue un ocho de agosto de 2009 que jamás volverá a pasar, ella traía puesto un camisón violeta y un jean simplón, tenía su bolso de cuero bonito en una mano y en la otra ese malboro que nunca deja suelto; estaba sentada en una estatua del parque con su amigo, bueno, nuestro amigo, nuestro Sebastián.
Amelia estaba borrachita y bonita, algo falta de equilibrio y mas cariñosa de lo normal… estaba triste y sonriente, estaba en busca de alguien que se encerrara con ella en un baño de cualquier bar cercano, nada mejor que un buen sexo para ahogar todas las penas.
Si, por eso es que estoy tan colgado de esa nena, por su decadencia bonita que ojala no se consuma pronto, por su facilidad de hacerse querer por todo el mundo, por esa sonrisa que emana tristeza, tristeza bonita.
Porque no hay mejor mundo que en el que estoy cuando tengo mi cabeza sobre sus piernas y ella fuma y me canta La Gente Que Habla Sola mientas me acaricia con una brusquedad casi insoportable; yo soy como el gato de Amelia.

Si, Amelia es veneno y lo sabe, pero creo estoy aprendiendo a manejarla… no sé donde esté, o si esté, o si ya se fue sin despedirse, o si va a cumplir aquella petición de hacerme bonito mi cumpleaños, pero la amo; si Amelia, también te amo.

Yo pienso en vos Amelia, estés en donde estés.

sábado, 29 de agosto de 2009

Sombrero y un Ristorante Italiano


Ayer se embriagó con un par de shots en un bar de mala muerte que queda en el centro, por eso hoy está tan así, tan irreverente, tan rebelde, tan rockstar, tan como ella.
Después de limpiar el desorden de anoche y cambiar las sábanas, se mete a la ducha e intenta recordar el nombre de aquel tipo con el que se acostó en su cama para no dormir y que se fue sin despedirse, Isabel termina concluyendo que no importaba, que era uno más, que no era mucha cosa.
Sale del baño a poner un poco de KISS, toma un cigarro y se airea desnuda en el balcón fumando y cantando un poco de "I was made for lovin' you baby, you were made for lovin' me".

Es un casi mediodía muy soleado, muy como para hacer de las suyas; Isabel se pone un jean provocador con una camisa negra de escote pronunciado un sombrero que le sienta perfecto para hacer sombra a su rostro falto de color, Acto seguido se coloca sus tacones altos de punta que emiten ese bonito sonido de su caminar, agarra su bolso, su cajetilla de cigarrillos con la candela y las llaves, dejando el celular adrede para desconectarse de la gente de los ayeres.
Llega hacia mi tarareando una lied que su madre solía cantar, me da un beso en el cachete bastante insípido y empezamos a caminar mientras me cuenta la historia de aquel menceno con el que se acostó, Isabel y yo somos amigos de hace rato y nos conocemos bien, y ella sabe diferenciar ese tipo de cosas de la gente con la que se mete por simple banalidad.

Me toma la mano y empieza a acariciarla con cierto deseo implícito, pregunta quien es la nena que me gusta y yo le respondo que ella sabe mis gustos, que me conoce bien, pero que por ahora estaba dedicado a la filantropía femenina. Llegamos a aquel ristorante italiano que tanto le gusta y ordenamos eso que siempre comemos cuando el día está bonito que se resume a un arroz pegado verde que le dicen rissotto y otras infinidades de carnes y queso con pastas, y como es costumbre no demoró 5 minutos de conversaciones mojigatas para que llegara esa infinitez de grasa adictiva. Yo no se como hace Isabel para tener aquel cuerpo tan perfecto comiendo tantos triglicerios juntos... pero tampoco quiero saberlo.

Después de un rato de éxtasis grasiento, Isabel vuelve con el tema de sus relaciones... declara con voz quebradiza y ojos brillantes que ella siempre sintió curiosidad por mi, que siempre quiso probarme; yo le dije que nos conocíamos demasiado como para hacer ese tipo de cosas, que dejara asi, que se aguantara, y que pidiera el postre mientras yo iba a lavarme las manos.
Cuando me estaba secando ya, miro al espejo y la veo detrás de mí. Ella solo dice "I was made for lovin' you baby, you were made for lovin' me", me arrebata la toalla y me empuja con muchísima fuerza al baño, como si me fuera a matar. Luego cierra la puerta y logra sostenerme un rato allí encerrado... me roba uno a uno besos que saben a tabaco con queso y me rompe uno a uno los botones de la camisa, ella se sienta encima mío y yo lo empiezo a disfrutar; hacemos cosas que prefiero no mencionar y dejar a la imaginación de cada cual.

"I was made for lovin' you baby, you were made for lovin' me".


lunes, 24 de agosto de 2009

Papel

Es difícil enfrentarse a un papel en blanco a sabiendas que lo único a disposición es un lapicero cuya tinta se está extinguiendo, da tanto miedo que solo pocos se dan a la tarea de intentarlo.Todos podemos inventar mundos en un papel, mundos que simplemente reflejan cada aspecto de lo que somos.
El papel es un espejo blanco que no se quiebra.

Independiente de lo que esté pasando, de lo que se dibuje, de lo que se tache, de lo que se escriba, de lo que se borre, lo que se queme o lo que se rasgue, el papel en el tendrá implícito la reflexión de la vida del autor, somos lo que plasmamos en el papel.
Eso da tanto miedo que muchos son incapaces de atreverse… el papel es un espejo de sensaciones tan internas que ni siquiera somos conscientes de ellas. El papel es la mejor terapia para un alma en pena que quiere dar a conocer su memorial de agravios.
El papel es un mundo en blanco para crear, otra realidad por sufrir, y otra ruta de escape al ser, porque a los humanos nos da tedio ser.

Bicicleta

“Soy Pablo y me cansé de vivir, la vida está perdiendo ese color
rojizo de mi bicicleta de infancia que se está empolvando en una habitación
húmeda llena de cosas perdidas, condenadas al olvido del mundo lento y
silencioso. Recuerdo que mis únicos días felices fueron montados en esa
bicicleta andando por donde el pavimento estuviera, el cielo era el
límite.Extraños esos días misóginos donde la única preocupación eran las
calificaciones del colegio, y obviamente mantener limpia aquella bicicleta,
extraño aquellos días soleados donde la tarde perfecta dependía solo de un
balón, a bicicleta y el permiso para llegar a las 6. Yo era un buen niño.Mi
perdición son las mujeres, ellas fueron las que me volvieron así; mi sed de
cariño femenino me hizo así. Rechazos infantiles aún perduran a pesar de los
años, soy aquel rechazo andante, soy aquel ser no correspondido que siente que
la vida le debe algo, le debe amor.Me gustaría decir que ya estoy acostumbrado,
pero uno nunca se acostumbra; aunque si se espera cada tanto que me da la
estupidez de intentar salir del vórtice de soledad en que quien sabe por
qué me metí.

¿Por qué fui tan tonto de cambiar chocolatinas por
cigarros y el balón por las mujeres?Antes los días eran tan únicos, tan
simples…tan llenos de risas, de chicles, de rodillas raspadas, de amarillos, de
presentes, de gente bonita.¿Por qué cambié todo eso solo por un par de piernas
blancas bajo una falda veraniega?Ahora mis historias son la misma cosa, el pasar
afectivo es el mismo, es el mismo rechazo pero con nombres distintos, mis días
son una réplica exacta uno en otro con diferencia de los ejercicios de geometría
analítica y balanceo de ecuaciones químicas de mierda.Hoy estoy agotado de la
rutina, hoy estoy agotado de tanta vida igual, hoy solo quiero volver a montar
en mi bicicleta y percibir ese olor a crayón impregnado en el papel, hoy me
cansé de vivir”.

Las Pequitas de Laura

Se llama Laura y es como el resto de mujeres que me
atraen: cabello oscuro, piel blanca como si nunca hubiese sido tocada por el
sol, cara redonda y sonrisa siempre equidistante con sus mejillas; se une a
aquella lista en la que ya están Amelia, Sofía, Isabel, y otras cuantas mujeres
a las que prefiero no mencionar y que siempre van a estar presentes cuando a
mujeres bonitas me refiera.Laura es más bonita que el resto. Tiene ese nosequé
que la hace ver más bonita que las otras féminas con cuerpo moldeado y bustos
perfectos... de esas bonitas latinas; yo soy de un gusto más clásico, más
europeo, más sobrio, más como ella, como aquella Laura de sonrisa bonita.

Tenía encima un vestido de esos de tiliche, era negro con una cinta roja
en el pliegue de la cintura que parecía de cortina vieja y que le hacía juego
con sus zapatillas de charol que se asemejaban a unos de fantasía o de
prostituta barata. Si yo la viera en la calle a horas poco decentes, jamás
llegaría a pensar cosas así de ella... es imposible imaginarse cosas turbias de
una mujer tan bonita y tan angelical. Creo que ella es la única que se vería
bien en esa baratija que le lucía tanto gracias al contraste que hacía su piel
con aquel negro y el bonito conjunto de sus pequitas con aquellos pendientes de
gitana que no pueden ser percibidos por mera casualidad.

Entró al salón
y se sentó en la primera silla vacía que encontró. Estaba en el escenario un dúo
de bajistas tocando algo tan extraño como des coordinado... Laura se paró y sacó
de un cofre que estaba adelante un libro lamoso de lo antiguo. Luego de
terminado aquella espantosa presentación, Laura se volvió a parar, esta vez con
un acompañante que se me es conocido; se sentaron en la mitad del escenario y
tomaron cada uno el micrófono que les quedaba más cercano. Con voz tímida y algo
quebradiza se presenta y presenta al tal Alejandro que está a su lado, Alejandro
jamás me cayó bien, pero le tengo demasiada envidia por poder sentarse al lado
de Laura y ser mencionado por ella. Yo estaba atrás casi al final de la
habitación para ver completamente a tal criatura que me dejó sin respiración
alguna y detallar cada centímetro de su silueta agrandada por el aura que lleva
adentro.Empieza explicar el poema de amor que va a declamar mientras yo noto su
voz algo más segura y afinada... Laura es una soprano con una postura algo
jorobada.Mientras hace su presentación, me pierdo en sus piernas color leche...
al subir la mirada noto que sus ojos están clavados sobre mi. Jugamos un poco a
las miradas correspondidas y sonrisitas provocadoras. Estoy reprimiendo
fuertemente esa pasión picantica que me está brotando, que curiosidad me da
saber que hay bajo ese vestido... quiero romperle ese vestido y contarle una a
una las pequitas que tiene por todo su cuerpo... quiero lamerlas para
probarlas... tengo curiosidad del sabor de sus pequitas. Deseo a Laura encima de
mi cintura.

Luego inadvertidamente se acaba el poema, ella se para y se
va. Yo me quedo otro rato en aquel sitio a pasar la mañana coloreada con negro y
rojo de cortinas; después de varios minutos me da por salir a tomar aire,
mientras camino Laura me interrumpe para ofrecerme un poco de café que rechazo
cortésmente. Me siento derritiendo por esa sonrisita bonita que está a pocos
centímetros de mi, maldigo mi autocontrol exagerado que no me deja abalanzarmele
y romperle el vestido para contarle las pequitas que tiene regadas
aleatoriamente en el cuerpo. Ella guiñe el ojo coquetamente y se va.Laura es una
ambrosía. No la volví a ver pero la sigo deseando...Deseo contar las pequitas de
Laura.

De Pensamientos Pecaminosos

Hoy Pablo está inconforme con su vida... hoy es un mal tipo.Se para de la cama y se marea un poco; tiene rabia con todo y por tanto no es un día agradable. De música de fondo están los aviones de Calamaro para calmar los arrebatos mientras voltea a ver su fea cara en el espejo amarillento, llora un poco para no perder la costumbre, vomita todas las cervezas del día anterior. Intenta arreglarse para salir, se pone cualquier pantalón encima con la mísma camisa que tenía puesta ayer, café expresso, gafas baratas y a la calle.

Para un taxi y le dice que lo lleve a un parque donde nadie lo moleste, el conductor lo ve tan apático que nisiquiera intenta entablar una conversación típica entre dos desconocidos que abordan temas como la economía, la guerra que está por estallar o simplemente el clima que está haciendo para la feria. Pablo se distrae viendo a la gente y su viernes cotidiano... ocho de la mañana, panaderías llenas y el ajetreo de siempre se ve interrumpido por una estruendosa sirena de ambulancia que pasa al lado de su ventana. se pregunta por qué la gente siempre sigue a las ambulancias con la mirada hasta perderse de vista como si viendola pudieran hacer algo por la persona que está adentro. El taxi se detiene enfrente de un parque extenso en silencio y en zonas verdes. Pablo paga el doble de lo que marca el taxímetro y se baja inadvertido...hoy es un mal tipo, hoy nada le importa.

Sube la mirada y lo primero que encuentra es un árbol que dá una densa sombra a sus gruesas raices, perfecta para descansar e intentar sentir un poco todo lo que no ha sentido en los últimos meses. Se acuesta en el sitio más limpio que encontró y se percata que la única presencia humana allí es un anciano fumando con una pipa y leyendo el editorial del periódico. Pablo es un tipo poco coherente y dificil de decifrar, cambiante, impulsivo, vengativo y maldadoso; pero hoy está reprimiendo todo eso, está tan hastiado del mundo que prefiere simplemente estar boca arriba y mirar como los rayos de sol se filtran por los pequeños espacios que hay entre las hojas de aquel grueso madero.Después de estar mucho tiempo sin nada en que pensar empieza a notar aromas extrañamente agradables para el... le recuerda a Amelia... huele a Malboro con un toque de jabón de baño, cuero y otras cosas no muy lícitas. Pablo siempre tuvo curiosidad por Amelia, a el le encanta su forma de hablar y de callar... le encanta como ella le fuma en la cara, como ella se acerca tanto a la ternura sin ser empalagosa, le encanta sus mundos. El la quiere. Ella lo inspira tal como otras tantas... el no es mujeriego, pero no le niega la belleza a las mujeres que simplemente son bellas.

Pablo conoció a Amelia hace poco, ella estaba fumando y cantando esa canción que tanto le gusta, desde ese día Pablo quedó sorprendido por tantos estrógenos bonitos. Amelia y el no hablan mucho, pero ella le dice demasiadas cosas por miradas y por ósmosis... y eso a pablo le parece la forma más linda de comunicación junto con las caricias; ella lo acaricia con fuerza, se siente muy bien cuando intenta arrancarle los cabellos, se siente bien cuando se acuesta en su vientre mientras ella le hala la cara y le mezcla cenizas en su pelo. Pablo le agradece muchas cosas... ha conocido otras formas del mundo con ella.
Querer a alguien como ella es un error, ella mo es mujer para ser querida, pero no importa, hoy Pablo es un mal tipo, hoy nada le importa.

Amelia le recuerda a Sofía... tez blanca y cabello oscuro atrapante sin horquilla; Pablo siente varias cientas de cosas cuando las vé... obvio quiere más a Sofía, pero eso no quita que se sienta tan bien cuando está con Amelia.Pablo jamás le haría daño a una cosa tan bonita como Amelia.Bandoneón de aquel tango puro y duro pasa por la cabeza de Pablo... Hoy Amelia es quien lo desvela... quien lo animó a ir a aquel parque perfecto para intentar ser...Pablo no debería pensar tanto en Amela, pero no importa, hoy Pablo es un mal tipo.