Las lluvias que te dedico
nunca se compararán con los que vienen con tinto incluído
aún cuando sean antes de que asome el sol.
Nada se compara a esas mañanas turbias de un agosto
tan gris y tan soleado,
recordando discursos de Septiembre a Mayo,
la soledad en diciembre
y la alegría de Abril.
Los complicados Domingos,
Lunes desapercibidos
por ese efecto de fuerzas opuestas,
esa sabiduría popular de que el que reza y peca
empata
causados por risas de calles cotidianas
y hogares que siento foráneos.
Al final de todo, todo se transforma, todo sigue igual.
Con la lluvia del amanecer el crepúsculo se va;
y si tuviera problemas oculares,
este sería uno de esos días en que en vez de lentes usaría anteojos
y me sentaría en sofá
a ver el tiempo pasar