domingo, 30 de octubre de 2011

Fanático.

Algo me está matando, 
me roe despacito 
los únicos pedazos de piel que quedan
tras un huracán compuesto 
por una amalgama de agentes aleatorios
que terminan siendo nada
y por antonomasia,
terminan siendo todo.
No sé que sea, 
ni lo que quiera conmigo,
y me hace falta esa certeza absoluta 
del pan caliente en mi casa
servido con una sonrisa
del jueves a medianoche.
Estas ausencias colectivas me matan,
estas ciudades empapeladas me aturden,
y en domingos como hoy, 
a esta hora,
hasta el más fanático del amor
se pregunta si éste alcanza para no sentirse solo;
al menos los lunes no son tan caóticos 
y todo vuelve a estar bien.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Des-Universitarios.

Entonces a ver, las cosas están así... Si yo no me presento al ejército, me cobran un montón de plata, y si decido presentarme a una universidad, también me cobran un montón de plata... ¿El servicio militar es obligatorio y la educación no? Algo anda mal.
-Fabio Cardona Jaramillo.


Yo no quiero ser ningún remiso y eso está bien, pero si exijo educación de calidad no está tan bien, ¿Cierto señores?

lunes, 3 de octubre de 2011

Fermentación.

Si bien había luna encima de mi nariz, no fue precisamente un día de enero. Tampoco me interesa hacer juicios del tipo de juicios que son costumbre por estos días de que esas señas de abducción barata eran indicios del némesis que se manifestaría.
(Némesis, qué palabra tan curiosa).
Sí, la nostalgia me acompaña de vez en cuando, es como los gatos malagradecidos que solo vuelven a casa cuando el capricho los embriaga, y pues bien, mis caprichos se ven identificados con los semáfaros en rojo y esas tardecitas de lluvia que nunca vienen mal. Quizá sea el bienechor rocío como riego santo, quizá sea el cielo llorando.
(Bienechor, otra palabra curiosa).
En todo caso no es que esté llorando, o que esté mal, sino que es una mera nostalgia como la piedra en el zapato izquierdo que se pasea todo el día entre la punta y el talón del pie justo el día que tengo que caminar por el downtown, o como el día en que en lugar de bañarme y después desayunar desayuno para bañarme;
Eso aturde cualquier día.

No es que esté mal. Se trata más de un aletargamiento mayúsculo, una dejadez que implica llevarme a la boca una o dos botellas de meditación fermentada mientras concluyo que la ingenua revolución del rock siempre me disgustó y que tanto tú querido lector como yo tenemos la razón, sin tener la verdad o sin perseguirla más allá de un par de besos en los pies de cualquier faraón de barrio con un Smith&Wesson en el cinto.

domingo, 2 de octubre de 2011

A veces lo que es, no es.

Hay que ir a la Torre Eiffel a terminar una relación,
Quemar billetes en Wall Street,
Orinar el obelisco de Buenos Aires
Llevar los Free Hugs a Gaza,
Asar un marrano en Israel.

Hay que sonreírle a los muertos
Y darles cachetadas a los curas.

Follemos como potros,
Fumemos como Bob.

Comamos
Bebamos,
El vino en pocillo,
El sushi con cuchara,
Y nos limpiamos con los codos,
Y nos saludamos con los pies.

A veces lo que es, no es.
Lo que es no debería ser,
Hagamos que sea lo que no es,
Dejémonos de cuentos y empecemos a ser.

¡Vamos a leer los libros al revés!
Que la semana empiece el miércoles,
Para que odiemos todos los viernes,
Y los lunes sean para sentirse feliz.

Vistámonos antes de entrarnos a bañar
Y mirémonos las manos por respeto para hablar.

Que las patadas sean de amor,
Que el presidente sea el que nos sirva a nosotros.
¡Y que Dios sea el que tenga que hacernos culto!