lunes, 26 de julio de 2010

Entre la Sinestesia y el Vicio.

Pablo lleva ya cerca de un año vagando, divagando y hablando en gerundios inconclusos en mañana o en cuando pueda, en cuando deba o cuando quiera. Ésta vida no le importa de a mucho, no quiere más que caminar con su fiel soledad, su Laura, por allí por calles angostas que huelen a 17 de diciembre o a 15 de febrero mientras olvidan juntos el julio de este año que como para variar no le sentó bien.
Anoche Pablo llegó a casa.
Anoche Pablo encontró la casa sola.
Anoche Pablo compró cigarrillos.
Anoche Pablo se fumó sus cigarrillos
Anoche Pablo siguió embriagándose
Anoche Pablo vomitó, y luego intentó llorar para no perder la costumbre.
Anoche a Pablo no le salió ninguna lágrima, cosa que ya es costumbre.
Anoche Pablo se sentó a mirar las lucecitas de la ciudad bailando como luciérnagas, dándole la espalda a lo que pasó por provocación u omisión;
Espalda como la tuya con la piel avícola, que se contraía y expandía,
Afectada con la rubefacción provocada por la manga que arrancabas con una dicha implícita, mientras volvía y se contraía al amaño de mi portaminas que bailaba al son del silencio, ese mismo portaminas con el que ahora escribo.

Me escribo, te escribo.
Sabiendo sin querer saber que me leerás y te leerás, y que toda apreciación que tengas la callarás, cosa que agradezco porque la gente que habla mucho la detesto,
Tanto como detesto este portaminas made in china
Igual que los zapatos que traía ese día,
Zapatos que me quité mientras estabas encima
Y que quisiera se me extraviaran bajo tu cama.

Pero no más, ahora este mancebo camina por calles llenas de mancebías con nenas fáciles de esas pecosas voluptuosas y pelinegras mientras en mi cabeza retumba la canción de los buenos borrachos.
En estos tiempos donde el hipérbaton se confunde con solecismo, no queda más que andar con mi alter ego, parpando argot, ensimismándome, sumando restas, pues mi miseria es mía y eso nadie me lo quita.
Ahora mi supuesta soledad está supuesta a los días donde tachaba los días en el calendario, esperando esperar… ahora después de mi supuesto sin vos sigo y seguiré con vos, sin suponer supuestos, ahora sin revivir mi pasado y sin condenarte a morir para mí en él.

“el aniversario de la soledad.
La liturgia de las despedidas
la bala perdida que viene por mí,
la nostalgia que amarga la huida,
la banda sonora de lo que viví.”


Ahora no queda más que cerrar mis ojos medio rotos por otro supuesto fracaso más para la lista y volver a comenzar.

-Hola, soy Pablo… Y vos futuro, ¿Cómo te llamás?

miércoles, 21 de julio de 2010

Suscitado Ando.

Caminando ando, soñando, estando, ahí en ese sitio que no me trae más que malos recuerdos adornados por una que otra sonrisa de esas que solo me salen cuando me lo propongo. Ojos abiertos, viento en mi rostro, todo bien, nada bien, no importa, me da igual lo que pueda pasar acá.

Y allí, en aquel prado medio crecido, entre el barbullo de las 12:30, entre el smog y la brisa, entre los gritos de los autos y las risas de los pájaros estás vos.
Mierda, siempre estás vos.
Ahí, en esos árboles que me decías solo visitas cuando todo no está bien… te acompañaba un cuaderno de nosequé, y yo como medio aquí y medio allí me quedé ahí plantado en medio de esa escena, contemplando de reojo ese rojo de los hilos de tu vestido que hacen juego con los de tu cabeza y que me cuesta trabajo creer que es natural.
Acto seguido, esa imagen suscitó en mí esa sensación de todo está bien que ayer mismo despertaste cuando con mi cabeza gacha me fijé en esas zapatillas blancas de princesa y en el pedacito de piel de tus pies que apenas y se asomaba.
Mi nuevo color favorito es el de tus pies, y el segundo el de tu cabello.

Escribir agota, esclaviza… es como droga para el drogadicto, cielo e infierno. Por eso es que decidí hacer esto sin que ningún verso me saliera en prosa y terso, para que como vos decís, me desahogue todo y entero. Claro está, a veces es mejor dejarlo fluir y dejarse ir.
Me prometí no volver a escribir varias veces atrás, pero es como decirle al hambriento que no coma.

Caminando ando, soñando, estando, ahí y mierda, siempre estás vos

martes, 13 de julio de 2010

La Cobardía de Gastralgia y Migraña.

Un mediodía sin sol me presiona contra el mundo a darle la cara y responderle quién soy; yo, que había evadido en varias ocasiones esa pregunta, tuve que sentar cabeza y dejar de huirle a la vida… finalmente, si me le paso a la vida huyéndole muy seguramente mande a la muerte para que haga su trabajo, y esa nunca falla.

El mediodía sin sol me puso frente a ti, y aún así huyo. ¿Por qué? No importa mucho, es solo que no quiero que nos hastiemos de esto.
El mediodía sin sol no me sienta bien, me hace quedar como un cobarde con gastralgia en la cabeza y migraña en el estómago. Me hace querer gritar a todo el mundo cuanto lo odio y cuanto los amo… cuán filántropo y cuán apático soy, cuanta cursilería cruda soy capaz de escupir por ese orificio que sale bajo mi nariz.

Todos tienen una versión distinta de Pablo, tanto que ni siquiera yo creo tener la correcta. Aparezco en la vida de la gente de distintos olores, colores, sabores, tamaños, precios y nombres… aparezco como se me de la gana de mostrarme, fingiendo ser por querer ser lo que no soy, negando ser por lo que me da vergüenza ser, siendo lo que quiero ser sin darme cuenta, o simplemente siendo sin la presión de si me aceptarán como soy.

Para mí soy algo así como un perrengue prudente y reprimido, una eufonía cantada por la más fea de las cantantes, el periódico de ayer que es el hogar de los que hoy llevan su casa a cuestas, un acorde invertido, un piano sin quién lo toque, un balón sin quién lo patee, un septiembre que le dice cosas lindas a mayo para que salgan por ahí, una cerveza regada por el borracho que siempre sacan del bar, un viernes por la noche aburrido, una idea que nunca se pensó, un vicioso que fuma amor.

Yo soy como un perro andaluz que recorre las calles solo para olerlas, soy como esa viuda quinceañera que tiene otra oportunidad, como ese vendedor de flores al que nunca le regalaron una, como un café parisino que no ha presenciado un beso.

A mí, a Pablo, me gusta silbar canciones que el viento ya se llevó, me gusta organizar mi baraja de póker para matar el tiempo y que el tiempo me vaya matando a mí, me gusta mirar por la ventana las lucecillas psicodélicas de la ciudad y me gusta acariciarme los brazos antes de dormir.
Detesto los domingos por la mañana en el cementerio, el ron que no está añejado, los libros con finales predecibles y secarme la cara con una toalla que ya esté mojada.

¿Quién soy? Soy hoy, soy la cobardía de gastralgia y migraña, soy el mediodía sin sol… pero pregúntame mañana que es miércoles común y atolondrado, y muy seguramente me describiré con monosílabos peyorativos, o con adjetivos de esos bonitos, de esos de los que muchas veces te digo disimuladamente a vos.

viernes, 9 de julio de 2010

Rimando la Madrugada del Viernes.

En mi mesa de noche no hay más que un portarretratos vacío esperando a que alguien lo llene, una brújula que solo indica al sur, un poema mediocre que escribí anoche y una lamparita que en éste momento me da luz.

En mi cabeza no hay más que fotografías de paisajes sin color, sueños tímidos y ruidosos para variar mis noches de finales estrepitosos; alegrías perdidas por los suburbios de la desesperación y recuerdos que se escaparon de la cárcel del olvido para recordarme qué es el amor.

Ahora que todas mis canciones se resumen en do re mi fa sol, en bla bla bla bla bla con dolor, ahora que soy mi verdugo y el papel es la tarima sobre la cual mi cabeza rodará, ahora que me siento como pescador sin su balsa y como punkero en una iglesia cristiana.

Y éste niño crecido que primero fumó habano y luego cigarrillo se inventa mil y una historias para entretenerse a sí mismo, extraña esas noches de sueño corrido, quiere salir de una vez de ese laberinto de espejos en el que nadie sabe como se ha metido.

Su única salida es esa, inventarse escritos que riman para drenar su mente y actuar sin ella, saludar desconocidos en la calle para que le cuenten historias de la Medellín de los ochentas, gritar, escuchar, odiar, recapacitar, amar.

Ahora lo único que quiero es que todos mis poemas sigan inundados de vos, nena unknown, de descripciones detalladas sobre tus sonrisas y tu forma de decir adiós; que en mis canciones tu trompeta tenga un solo y que invites a tu amiga la pianista para que nos siga con la melodía mientras cantamos cualquier estribillo rebuscado con letras optimistas.

jueves, 8 de julio de 2010

Epígrafe de un Solecito tímido.

El día está algo nublado, debe ser que Amarilla estuvo fumando mucho hoy, o que volvió a quemar su colchón después de emborracharse mucho. No importa, no quiero pensar más en ella, no me hace bien y se supone que ese pasado lo quemé hace ya un par de semanas.
El día está para escuchar canciones tristes de tristes drogadictos, acordes menores, pianos desafinados, voces roncas, coros tenues, y el cielo como que aplaudiendo empieza a llorar.
Yo en solidaridad con la calle me mojo también, escondiendo mis lágrimas, o mejor, diciéndome a mí mismo que lo que hay en mi rostro son gotas de lluvia.
Hoy por hoy no tengo nada por qué vivir, pero como no he conseguido nada por qué morirme, me quedo acá donde estoy… imaginándome la vida de esos rockeros mal nacidos.

Si sigo escuchado Una Canción para Mi Muerte, me estallarán los oídos.

Hoy no quiero decir o aceptar que te necesito, pero sí lo hago.
Mierda, a veces uno sí necesita a alguien que te diga que te quiere así sea de mentiras… en ésta ocasión haré de cuenta que me lo dice el cielo con su lluviecita tímida y su solecito pálido, pero quiero que mañana seas vos quien me lo diga.

Te entiendo, esto de estar solo no es bueno.

No pretendo ser ninguna carga si es lo que te inquieta, yo me sacrifico para cargarte a vos; tampoco pretendo ser ningún payaso irritante que te saque sonrisas pendejas. No quiero ser músico que haga música para tus oídos, no quiero ser escritor que escriba ensayos para tus días ni fotógrafo que fotografíe flores para vos.
No lo pretendo, solo fluye y no lo detengo, solo lo hago y ya.

“Te suplico que me avises si me vienes a buscar, no es que te tenga miedo, solo me quiero arreglar”.

domingo, 4 de julio de 2010

Colorín Colorado Éste Cuento Ha Comenzado.

La calle estaba atestada de gente, de esa gente underground que uno solo ve cuando están tirando vicio en cualquier esquina mal habida. Yo soy sano, pero me siento como en confianza, no importa la edad o el color de piel, lo que importa es que ayude a rascar si quiere que le rote más tarde el pasto sin pepas.

Anoche fue una de las mejores noches de mi vida así no hubiera logrado mi cometido principal por el miedo que creo ya es fobia a tomar la iniciativa… tanto que aún hoy, después de tantas horas de sueño, fútbol, música y rascar sigo con la piel de gallina al pensar en todo lo que ella es capaz de despertar en mí con solo una sonrisita de esas taimas.
Mierda, ese vestido le quedaba muy bien.

Hoy veo a todas las nenas iguales a ella, así casi que de porcelana pero con un pasado tan denso que me da miedo preguntar…
Esa nena me empezó a gustar de verdad, ya me importa de verdad y ya las veo a todas como a ella… la calle está atestada de distintas versiones de mi nena unknown, porque así la conozca ya de algún tiempo, siempre sorprende con algo.

No hay por qué pensar más en eso, ya me cambió tanto la forma de ver el mundo que mi cama ya no huele a lunes por la tarde sino a moscatel con cemento mojado y un poco de colorín colorado éste cuento ha comenzado… hay que concentrarse en rascarla bien, en dejar de ver a todas como porcelanas psicodélicas y en intentar otro acercamiento solo para que su soledad sea de dos.