martes, 13 de julio de 2010

La Cobardía de Gastralgia y Migraña.

Un mediodía sin sol me presiona contra el mundo a darle la cara y responderle quién soy; yo, que había evadido en varias ocasiones esa pregunta, tuve que sentar cabeza y dejar de huirle a la vida… finalmente, si me le paso a la vida huyéndole muy seguramente mande a la muerte para que haga su trabajo, y esa nunca falla.

El mediodía sin sol me puso frente a ti, y aún así huyo. ¿Por qué? No importa mucho, es solo que no quiero que nos hastiemos de esto.
El mediodía sin sol no me sienta bien, me hace quedar como un cobarde con gastralgia en la cabeza y migraña en el estómago. Me hace querer gritar a todo el mundo cuanto lo odio y cuanto los amo… cuán filántropo y cuán apático soy, cuanta cursilería cruda soy capaz de escupir por ese orificio que sale bajo mi nariz.

Todos tienen una versión distinta de Pablo, tanto que ni siquiera yo creo tener la correcta. Aparezco en la vida de la gente de distintos olores, colores, sabores, tamaños, precios y nombres… aparezco como se me de la gana de mostrarme, fingiendo ser por querer ser lo que no soy, negando ser por lo que me da vergüenza ser, siendo lo que quiero ser sin darme cuenta, o simplemente siendo sin la presión de si me aceptarán como soy.

Para mí soy algo así como un perrengue prudente y reprimido, una eufonía cantada por la más fea de las cantantes, el periódico de ayer que es el hogar de los que hoy llevan su casa a cuestas, un acorde invertido, un piano sin quién lo toque, un balón sin quién lo patee, un septiembre que le dice cosas lindas a mayo para que salgan por ahí, una cerveza regada por el borracho que siempre sacan del bar, un viernes por la noche aburrido, una idea que nunca se pensó, un vicioso que fuma amor.

Yo soy como un perro andaluz que recorre las calles solo para olerlas, soy como esa viuda quinceañera que tiene otra oportunidad, como ese vendedor de flores al que nunca le regalaron una, como un café parisino que no ha presenciado un beso.

A mí, a Pablo, me gusta silbar canciones que el viento ya se llevó, me gusta organizar mi baraja de póker para matar el tiempo y que el tiempo me vaya matando a mí, me gusta mirar por la ventana las lucecillas psicodélicas de la ciudad y me gusta acariciarme los brazos antes de dormir.
Detesto los domingos por la mañana en el cementerio, el ron que no está añejado, los libros con finales predecibles y secarme la cara con una toalla que ya esté mojada.

¿Quién soy? Soy hoy, soy la cobardía de gastralgia y migraña, soy el mediodía sin sol… pero pregúntame mañana que es miércoles común y atolondrado, y muy seguramente me describiré con monosílabos peyorativos, o con adjetivos de esos bonitos, de esos de los que muchas veces te digo disimuladamente a vos.

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