jueves, 8 de julio de 2010

Epígrafe de un Solecito tímido.

El día está algo nublado, debe ser que Amarilla estuvo fumando mucho hoy, o que volvió a quemar su colchón después de emborracharse mucho. No importa, no quiero pensar más en ella, no me hace bien y se supone que ese pasado lo quemé hace ya un par de semanas.
El día está para escuchar canciones tristes de tristes drogadictos, acordes menores, pianos desafinados, voces roncas, coros tenues, y el cielo como que aplaudiendo empieza a llorar.
Yo en solidaridad con la calle me mojo también, escondiendo mis lágrimas, o mejor, diciéndome a mí mismo que lo que hay en mi rostro son gotas de lluvia.
Hoy por hoy no tengo nada por qué vivir, pero como no he conseguido nada por qué morirme, me quedo acá donde estoy… imaginándome la vida de esos rockeros mal nacidos.

Si sigo escuchado Una Canción para Mi Muerte, me estallarán los oídos.

Hoy no quiero decir o aceptar que te necesito, pero sí lo hago.
Mierda, a veces uno sí necesita a alguien que te diga que te quiere así sea de mentiras… en ésta ocasión haré de cuenta que me lo dice el cielo con su lluviecita tímida y su solecito pálido, pero quiero que mañana seas vos quien me lo diga.

Te entiendo, esto de estar solo no es bueno.

No pretendo ser ninguna carga si es lo que te inquieta, yo me sacrifico para cargarte a vos; tampoco pretendo ser ningún payaso irritante que te saque sonrisas pendejas. No quiero ser músico que haga música para tus oídos, no quiero ser escritor que escriba ensayos para tus días ni fotógrafo que fotografíe flores para vos.
No lo pretendo, solo fluye y no lo detengo, solo lo hago y ya.

“Te suplico que me avises si me vienes a buscar, no es que te tenga miedo, solo me quiero arreglar”.

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