martes, 1 de septiembre de 2009

A Amelia...

Todo el mundo está escuchando a aquel papanatas que se para los lunes a las seis y media enfrente de las 40 masas con la misma camisa que veo a diario a explicar un poco de nosequé que tiene que ver con electrones; yo estoy asomado a la ventana, y ese tipo no me molesta porque ya sabe que soy un caso perdido para el. Hoy está haciendo un día bastante extraño, está soleado y mojado, los árboles están más verde de lo normal, el ambiente está mas amarillo de lo normal, el viento está mas frío de lo normal, el lunes está más rutinario de lo normal.
En mis ojos sigue el reflejo de esa frase que llegó de la nada que respiramos, esa frase mas bonita de lo normal, ese "te amo" que creo me tomé mas a pecho de lo que debería y que aún me saca suspiritos diluidos en lágrimas gracias a la mezcolanza de cosas que pasan por mi cabeza cada enésima de segundo. Un nombre prohibido si no quieren verme enervado: Amelia.

Aquí no soy nadie, solo soy un número mas… uno mas que se pone a ver por la ventana como clamando libertad, uno mas que se pone a escribir en el pupitre letras de radio hits cuando se acuerda de aquellas, cuando se acuerda de aquella, cuando se acuerda de Amelia y su sonrisita taima que saca cada que ve un pichirilo. Que puta cárcel tan aburridora, que puta rutina más normal, detesto tanta normalidad, detesto tanto anonimato.
Es por eso mismo que Amelia me llama tanto la atención, por su falta de rutina aparente, porque cada día es para ella una vaina distinta al resto, un mundo distinto a esto, pero con la misma tristeza en sus ojos; porque uno no sabe esa mujer con que va a salir. Ella es la única que me ha unimismado como lo que soy, o como las cosas que estoy planeando ser, o toda esa mierda que pienso a diario sentado en aquella silla dentro del salón con mi mente fuera de el.


No sé lo que digo, no estoy seguro de nada.

Recuerdo la última vez que estuve con ella, fue un ocho de agosto de 2009 que jamás volverá a pasar, ella traía puesto un camisón violeta y un jean simplón, tenía su bolso de cuero bonito en una mano y en la otra ese malboro que nunca deja suelto; estaba sentada en una estatua del parque con su amigo, bueno, nuestro amigo, nuestro Sebastián.
Amelia estaba borrachita y bonita, algo falta de equilibrio y mas cariñosa de lo normal… estaba triste y sonriente, estaba en busca de alguien que se encerrara con ella en un baño de cualquier bar cercano, nada mejor que un buen sexo para ahogar todas las penas.
Si, por eso es que estoy tan colgado de esa nena, por su decadencia bonita que ojala no se consuma pronto, por su facilidad de hacerse querer por todo el mundo, por esa sonrisa que emana tristeza, tristeza bonita.
Porque no hay mejor mundo que en el que estoy cuando tengo mi cabeza sobre sus piernas y ella fuma y me canta La Gente Que Habla Sola mientas me acaricia con una brusquedad casi insoportable; yo soy como el gato de Amelia.

Si, Amelia es veneno y lo sabe, pero creo estoy aprendiendo a manejarla… no sé donde esté, o si esté, o si ya se fue sin despedirse, o si va a cumplir aquella petición de hacerme bonito mi cumpleaños, pero la amo; si Amelia, también te amo.

Yo pienso en vos Amelia, estés en donde estés.

2 comentarios:

  1. es lindo!!!
    me llego, y me sorprende mi nombramiento :)
    es algo muy lindo que lo nombren a uno en un escrito, en un desfogamiento de ideas, en ese acto casi orgasmico en el que uno maneja todo y se deja llevar por uno mismo.
    (8) El Ansolitico aplaco una de tus tantas crisis... y se marcho mirandote dormir...
    y entre suenos como un lflash viste pasar tu vida, pensando en no volver a amanecer...(8)[perdon por no poner tildes ni la n con la rayita arriba, es que esoy desde un teclado americano, un telcado imperialista jajaja]

    ResponderEliminar