domingo, 9 de junio de 2013

El Analgésico

Estas manos
ya no tienen fuerza para coger otras manos
y estos brazos
ya no saben abrazar.
Mis ojos ya perdieron el brillo que tenían,
mis oídos ya no se preocupan por escuchar,
mis pies ya no tienen a dónde ir,
mi cabeza ya no vuela
y mi respiración
ya es tan detestable como regular.

Mi piel es áspera
y mi sonrisa fingida,
mis pasos son vagos,
mis labios resecos,
mis verdades son historias seducidas por el azar;
mis fotos son más grises,
mi mirada es más cansada,
y las sombras debajo de ella
ya se notan más.

El tiempo como enemigo es el peor de los verdugos
y su táctica de tortura es
poquito a poquito
irnos dejando vacíos
mientras el analgésico hace efecto
y nos condena a la costumbre.

¡Si me muero que me duela,
que quiero darme por enterado!

No hay comentarios:

Publicar un comentario