martes, 21 de febrero de 2012

Ermitaño.

La conclusión la saqué
después de un break cualquiera
que prendí con fósforos en vez de candela
para romper con la costumbre.

La conclusión surgió
cuando me di cuenta
que los vasos con agua conversan
versan,
y se adversan
en una de esas dialécticas
inevitables
de las que huyo
cuando hablo de uno
ignorando las partes.

Yo tengo miedo de pensarme sin vos.

Y esa conclusión salió de la nada,
de una de esas situaciones que se viven
por algún azar endemoniado,
algún aleatorio maligno,
o el destino calculado en códigos binarios
que quién sabe quién
o dónde
nos estén inventando.

Mi conclusión de hoy es sencilla,
y se la digo con todo el miedo de equivocarme
porque sé que mañana
será la razón por la cual
termine en el patíbulo.
Sin embargo, es más lo que tengo por decir
que por callar,
y disculpe mi impertinencia,
pero yo no me guardo lo que siento.

Hoy concluí
que soy un ermitaño,
de cobijas con titulares absurdos
y almohadas de lata.
Hoy concluí que soy un ermitaño
que está en casa
donde sea que vos estés.

Yo nunca me he ido,
yo siempre he caminado contigo.

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