lunes, 14 de junio de 2010

Bitácora de Exilio. Junio 14.

"Éste cuarto en el downtown es increíblemente irritante. Es pequeño, la pintura se cae a pedazos, el baño está manchado con fluídos amarillos de dudosa procedencia, las cucarachas abundan y las paredes o son muy delgadas o a la nena de al lado le dan muy duro... o tal vez tenga muchos pulmones.
Acá siempre huele a pegamento para zapatos, a guayabo, a cirrosis, a delirium tremens, a fluidos estancados, a smog, a los gritos del loco de la esquina, a los negocios no lícitos del dealer, al orgasmo de la afortunada de al lado, al sudor, a flores ya marchitas, huele a pueblo.

Yo me siento en el borde de la cama y me digo mierda que día tan para olvidar, italia va perdiendo, no hay agua, el lirio que compré está cada vez más marchito y ya me acabé el libro que estaba leyendo... entonces me acuesto otra vez a pensar en ella porque no hay nada más para hacer. Sus ojos, su cabello como castaño o rojizo, su sonrisa, su espalda... mierda, estoy como hablando de más, ni que nos hubieramos dado un piquito siquiera de curiosidad.
Así, divagando entre pensamientos aleatorios de la vida, la vida de ella, la vida mía y la del que va dentro de la ambulancia me quedo dormido ahí, en la 27 con 33."

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